El de seguros es uno de los contratos más antiguos del mundo.
Surgió en Italia en el siglo XIV para proteger a los navegantes en sus lances al mar y, desde entonces, ha sido una herramienta inigualable cuando de proteger el patrimonio se trata.
Sin embargo, algunos estafadores han utilizado el contrato de seguros como un medio para llenarse los bolsillos y, alrededor de todo el mundo, han invertido tiempo y esfuerzo en crear nuevas formas de defraudar a las compañías de seguros.
Algunos estafadores parecen olvidar que la premisa de la institución aseguradora es reestablecer, a través de la indemnización, el estado patrimonial que existía antes de que ocurriera el siniestro y no mejorarla como consecuencia de él.
En este artículo les contaremos cuáles son las estafas más comunes y por qué esta situación nos afecta, también, a los consumidores.
Tabla de Contenidos
Las 5 estafas más comunes que sufren las aseguradoras:
Dependiendo de qué lugar del mundo analicemos, veremos que los fraudes se gestan más en una rama de seguros o en otra.
En Argentina, por ejemplo, son muy comunes los fraudes en los seguros de automotores. En España, en cambio, la incidencia es muy fuerte en los seguros de hogar.
Sin embargo, y sin importar en qué país nos encontremos, veremos que en todos lados se perpetúan fraudes de toda clase y color.
Esta situación, a la larga, repercutirá en los bolsillos de los asegurados.
Es que el coste de los seguros está íntimamente relacionado con la frecuencia y la intensidad de los siniestros: a mayor cantidad de siniestros, las tarifas serán más altas.
Si a esto le sumamos que, para detectar los fraudes, las compañías de seguros deberán aumentar su inversión en lo que a investigación se refiere, tenemos la receta para pólizas imposibles de abonar.
Robos falsos
Desde una rueda hasta el vehículo completo, estos fraudes en las pólizas de automóviles son mucho más comunes de lo que pensamos.
Las crisis económicas disparan este tipo de fraudes a las compañías de seguros y son moneda corriente dentro de la actividad.
Algunos estafadores, incluso, llegan a pagarles a terceros para que —lisa y llanamente— procedan a hacer desaparecer su automóvil y así cobrar la indemnización para poder comprar un coche nuevo o pagar alguna deuda.
Pero denunciar un robo que no ha ocurrido y, peor aun, pretender cobrar la indemnización por el supuesto robo, puede traer consecuencias nefastas para el perpetrador del fraude que puede ser acusado penalmente por el delito de estafa.
Averías en electrodomésticos
Denunciarle a la aseguradora que se ha roto un electrodoméstico parece ser muy sencillo.
Una caída de tensión, un golpe al aparato o cualquier otro daño accidental pueden salvar el costo de tener que invertir para comprar un electrodoméstico nuevo o, incluso, para reparar el que se ha dañado.
Pero ten cuidado. Las compañías aseguradoras conocen los timos y saben que los fraudes están a la orden del día, por lo que enviarán un perito para que revise el equipo siniestrado.
Derivados de accidentes
Otra fuente de defraudación a las aseguradores son los accidentes de tránsito.
Los choques son una fuente inagotable de fraudes de todo tipo.
- Latigazo cervical: cuando a un vehículo lo chocan desde atrás, los pasajeros sufren un tirón que puede afectar sus vértebras cervicales. A veces se exageran las consecuencias de los choques y se reclaman daños que no se han sufrido.
- Reportes falsos de accidentes: quien te ha chocado se fue, no dejó dato alguno. Algún amigo o familiar te hace el favor y reportan que el choque se ha producido con su auto en lugar de con el que se fugó. Así las aseguradoras terminan pagando las consecuencias de los conductores inescrupulosos.
- Reclamo de daños preexistentes: a veces, habiendo existido un accidente, se aprovecha para “engordar” los daños derivados de ese siniestro, con algunos daños que ya estaban antes y que no habían sido alcanzados por la cobertura de la póliza.
- Tener un accidente a propósito: tirarse frente a un auto es un modo bastante estúpido de ganar dinero. Sin embargo hay personas que lo hacen y que, de hecho, viven de esta actividad. Porque es estúpido, pero si tienen la suerte de salir vivo, puede ser rentable.
Robos en la vía pública:
Otro fraude muy común, se da al denunciar robos de teléfonos móviles, tabletas y ordenadores portátiles que se aseguran, no sólo en el domicilio, sino también en la vía pública.
Denunciar el robo de una mochila o de una cartera, es muy sencillo y, dependiendo del lugar del mundo donde nos encontremos, puedo incluso hasta ser incomprobable.
Es por eso que, muchos estafadores, aduciendo que les han robado en la vía pública, se hacen de equipos nuevos sin que les hayan robado los anteriores.
Fraudes en los seguros de vida:
Sin irnos al extremo de haber fingido la muerte para cobrar la indemnización (lo que, sorprendentemente sí ocurre) hay fraudes mucho más sutiles que ocurren día sí, y día también.
Es el caso de la reticencia, es decir, el ocultamiento de información o la provisión de información falsa al asegurador en el momento de contratar la póliza.
Ocultar la existencia de patologías preexistentes y no revelar que se realizan actividades que podrían condicionar la suscripción de la póliza, son los fraudes más comunes en esta rama de seguros y podrían —de hecho lo hacen— deslucir todo el sistema.
En síntesis, este es apenas un vistazo de las estafas de las que las compañías de seguros son las víctimas principales. Hay muchas más, tantas como estafadores.
Sin embargo es necesario tener en cuenta que no sólo las aseguradoras son las víctimas. Los asegurados de buena fe —la mayoría sin dudas— sufrirán las consecuencias abonando primas cada vez más elevadas.
Además, para los estafadores, el negocio puede salir muy caro. Porque además de ver afectada su necesidad de asegurar su patrimonio en el futuro, pueden ser condenados penalmente por estafa.