Las lentes de contacto, pupilentes o lentillas son una clase de lente con apariencia de discos curvos traslúcidos y delgados que pueden ser de plástico u otros elementos, estos se ponen sobre la capa más superficial del ojo, corrigiendo la visión de forma similar a los anteojos.
Actualmente, las lentes de contacto pueden ser blandas, rígidas permeables a los gases o híbridas:
- Lentes de contacto rígidos permeables a los gases.
Por su parte, los pupilentes rígidos son la variedad más duradera y saludable de lentillas, esto porque se componen de materiales que le otorgan un carácter poroso sin amenazar su resistencia ni su efectividad. Así, son los más recomendados para personas con alteraciones en la córnea.
Si bien es cierto que se pueden usar hasta por un año sin tener que cambiarlos y también son excelentes como lentes correctivos, estos tienen en contra que dada su naturaleza inflexible puede costar un poco más para algunas personas acostumbrarse a ellos y conseguir que no se muevan o molesten en el ojo.
- Lentes de contacto blandas.
A diferencia de los anteriores, entre los constituyentes de estas lentillas figura el agua, lo que les proporciona una textura gelatinosa y permite que el oxígeno llegue al ojo, por esta razón resultan maleables y muy cómodos ya que permanecen en su sitio por más tiempo haciendo fácil el habituarse a ellos.
A pesar de no ser tan convenientes para tratar problemas de visión, estos lentes son los más adecuados para atletas y personas con alergias por su buena sujeción y respirabilidad. Suelen presentarse en formato desechable y para uno o varios días.
- Lentes de contacto híbridos.
Por último se puede disponer de una lentilla combinada en cuya estructura se encuentra la parte central de un lente rígido y un anillo de lente blando a su alrededor, uniendo de esta manera las ventajas correctivas de los primeros con la conveniencia y comodidad de los segundos.
¿Cuándo y por qué se deben usar lentillas?
El uso de lentes de contacto amerita cierto grado de compromiso y prudencia, en especial en lo que respecta a los cuidados necesarios tanto de los lentes en sí como de su correcto manejo.
Sin embargo no se puede estipular una edad específica para empezar a usar lentillas ya que factores como la función que cumplirán y la responsabilidad del paciente varían de un caso a otro.
Tanto es así que se han logrado adecuar lentillas a bebés y niños sin ningún problema, mientras que hay adultos que han sufrido infecciones o alergias por no seguir las normas de seguridad adecuadas.
Se debe acudir a un oftalmólogo que gradúe la vista e indique qué tipo de lentes de contacto son las más adecuadas dependiendo del problema o problemas que presente la visión. Según cada caso se podrán recetar lentillas para personas con:
- Miopía: Corrigen gracias a su efecto divergente que se consigue al ser lentillas más delgadas en el centro y más gruesas en la orilla.
- Hipermetropía: Su objetivo es actuar como estabilizador visual manteniéndose en un mismo sitio.
- Astigmatismo: Funcionan como las de miopía con la diferencia de que se les agrega un lente tórico (en forma de dona) para arreglar el astigmatismo.
- Presbicia: Se presentan de diversas maneras: bifocales, multifocales para visión cercana, media y lejana e intraoculares para corrección quirúrgica.
Además también se pueden obtener lentillas con fines meramente estéticos. Estas se encuentran disponibles en diferentes colores y formatos dependiendo del efecto que quiera conseguir el usuario.
Asimismo se hallan correctivas y con color para las personas que deseen variar su apariencia. Cabe destacar que el cuidado debe ser el mismo que para las lentillas correctivas comunes y se recomienda consultar al oftalmólogo en cualquier caso.
Forma correcta de colocar y retirar las lentillas
Es normal estar un poco nervioso al ponerse las lentillas por primera vez, pero es cuestión de acostumbrarse a ellas un par de días para incorporarlas a la rutina.
Para colocarlas se deben seguir los siguientes pasos:
- Teniendo las manos limpias, sacar las lentillas de su estuche lavarlas con la solución recomendada para ti y secarlas bien antes de usar.
- Colocar y retirar siempre el mismo lado primero, para que no se mezclen.
- Tomar el lente con el dedo índice dominante y verificar que esté del lado correcto.
- Usando la mano libre se debe sostener el párpado superior para no cerrar el ojo.
- Bajar el párpado inferior con el dedo corazón de la mano en la que está el lente.
- Llevar el lente de contacto al ojo mirando hacia arriba mientras tanto.
- Por último, se deben soltar los parpados y cerrar el ojo lentamente hasta que el lente llegue a su lugar.
- Proceder de igual manera en el otro lado.
De forma similar a la hora de retirar los pupilentes se recomienda:
- Preparar el estuche con nueva solución antes de quitarlos en caso de que sean de uso prolongado.
- Lavar y secar bien las manos antes de proceder a quitarlas, asegurando que empieza por el mismo lado de siempre.
- Humedecer con gotas para los ojos en caso de sentir resequedad en el globo ocular.
- Empujar el párpado inferior hacia abajo cuidadosamente.
- Mirando hacia arriba, utilizar el dedo índice para acercar el lente al párpado inferior.
- Usando el pulgar como apoyo, apretar ligeramente el lente para sacarlo del ojo.
- Repetir los mismos pasos con el lente faltante.
- Desinfectar los lentes de contacto con solución antes de guardarlos. Es muy importante no usar agua embotellada ni del lavamanos para lavar los lentes ya que esta puede acarrear bacterias que producen infecciones y alergias.
- Descarta los lentes en caso de ser desechables.
Los lentes de contacto pueden ser una herramienta maravillosa para el bienestar visual si se utilizan correctamente y bajo la supervisión de un especialista. En caso contrario su uso puede terminar provocando daños graves en la salud de los ojos.
Por esta razón se aconseja consultar cualquier duda o incomodidad con el médico y en términos generales no prestar los lentes de contacto, usarlos por mucho tiempo las primeras veces y evitarlos en caso de embarazo o alteraciones en la córnea o l