El Real Decreto 1594/1994, de 15 de julio, por el que se desarrolla lo previsto en la Ley 10/1986, reguladora de la profesión de odontólogo, protésico e higienista dental, establece en su artículo 10: “ 1.- El higienista dental es el titulado de formación profesional de grado superior que tiene como atribuciones, en el campo de la promoción de la salud y la educación sanitaria bucodental, la recogida de datos, realización de exámenes de salud, consejo de medidas higiénicas y preventivas, individuales y colectivas, y la colaboración en estudios epidemiológicos. 2.- Los higienistas dentales podrán, asimismo, y como ayudantes y colaboradores de los facultativos médicos y odontólogos, realizar las funciones técnico-asistenciales que se determinen en el artículo 11.2”.
La labor de los higienistas dentales resulta crucial en el mantenimiento de los implantes dentales. Sus funciones van desde la motivación y formación al paciente en torno a técnicas de higiene oral, hasta la revisión de tejidos periimplantarios o prótesis y eliminación de depósitos acumulados.
Monitorización de tejidos y prótesis
La monitorización de la prótesis y de los tejidos que rodean al implante es una de las misiones fundamentales del mantenimiento implantológico. Con ella, los higienistas y dentistas persiguen la detección prematura de alteraciones y patologías, tanto en los tejidos duros como en los blandos.
Respecto a la prótesis, estos profesionales vigilan las posibles incidencias en la estructura y en los elementos que la unen al implante.
Los higienistas recogen datos de forma sistemática y monitorizan de menor a mayor nivel de invasión. Inician el seguimiento estudiando la presencia o no de depósitos. Seguidamente, analizan los tejidos blandos (mucosas y conectivo), fijándose en aspectos como los cambios de coloración o la consistencia de los mismos.
En la limpieza de los implantes se desaconsejan los ultrasonidos, chorros de bicarbonato y curetas de acero. Pueden emplearse con cuidado, por el contrario, raspadores de materiales como el plástico o el teflón y pastas de pulido poco abrasivas y sin flúor.
En cuanto a los tejidos duros, se valora el hueso que rodea el implante. Esta práctica es una de las más relevantes y el mejor termómetro para medir el estado del segundo. Se utilizan técnicas como las radiografías o las ortopantomografías.
En las revisiones de las prótesis se buscan posibles fracturas, pérdidas de componentes, desgastes, desajustes, problemas de movilidad etc.
Formación y motivación en materia de higiene oral
Hacer entender al paciente la importancia de su higiene oral es otra función básica de los higienistas dentales. Es aconsejable que dicha motivación comience antes de la colocación del implante. Los usuarios de esta técnica odontológica deben conocer a fondo la placa bacteriana y los medios que existen para controlarla.
Conviene recordar que una acumulación excesiva de placa en torno al implante puede producir inflamaciones y, en el peor de los casos, periimplantitis. Es vital controlar dichas inflamaciones iniciales cuanto antes, si no deseamos disminuir de forma drástica la vida útil del primero.
Para que la motivación sea efectiva, es importante conocer las necesidades del paciente (funcionales, estéticas, de salud…). Los higienistas deben ser positivos con el receptor de la información y evitar en todo momento la aparición de miedos o sentimientos de culpa en el mismo.
En resumen, el éxito de un implante exige un plan de mantenimiento adecuado, en el que los higienistas dentales juegan un papel protagonista. En dicho programa ha de existir motivación al paciente y formación sobre técnicas de higiene oral, además de vigilancia de la prótesis y de los tejidos periimplantarios blandos y duros.